Hoy tuve la oportunidad de leer una maravillosa historia de liderazgo llevada a cabo por un grupo de Mujeres de muy bajos recursos y de escaza educación en Honduras. Sin duda es un ejemplo sobresaliente ya que nos muestra que el verdadero liderazgo puede aflorar cuando se juntan la visión y la iniciativa. Esos dos componentes crean una potente mezcla inicial que moviliza seguidores, y de esta forma se completa la ecuación que da como resultado logros concretos, desarrollo y satisfacción personales para todos los involucrados.
La protagonista y líder principal de esta historia es una mujer humilde de 58 años llamada Estela López Kilton. Ella nos demuestra que la expresión del liderazgo en situaciones como esta puede lograr efectos transformadores.
Veamos la historia:
En la apartada región de la Mosquitia, en el Caribe hondureño, un grupo de mujeres, la mayoría madres solteras, ancianas o viudas, comenzaron hace siete años a vencer el miedo y la timidez con un proyecto de reciclaje de basura que da sus primeros frutos. Decidieron romper con el machismo de su pueblo y pasaron a organizarse en la Asociación de Mujeres Indígenas Misquitas en la Costa Atlántica (Mimat, Miskito Miskitu Indian Mairinka Asla Takanka en lengua misquita).
Mimat asumió la limpieza de la mayor laguna de la zona y las calles de los seis municipios que conforman la oriental Mosquitia, una región natural compartida con Nicaragua, cuya parte hondureña tiene 16.630 kilómetros cuadrados. Esa basura la clasifican, empacan, embarcan y envían hacia una empresa privada con la que tienen un acuerdo para la compra del material. “Empezamos poco a poco y estoy contenta porque hemos llegado lejos, pero aún falta mucho”, asegura a IPS la líder de Mimat, Cendela López Kilton, de 58 años, madre de seis hijos y abuela de 18 nietos.
Entre sonrisas que muestran su blanca dentadura, relató que “nunca creímos ser útiles para la comunidad y el país. La cultura misquita es muy difícil, nuestros varones creen que la mujer es para estar en la casa y tener hijos. Los maridos me reclaman por la revolución que estamos haciendo, ya que la mujer misquita ahora no se deja. A los hermanos misquitos siempre les gusta pegar a las mujeres, pero ellas hoy se defienden, los denuncian en la fiscalía y a ellos no les parece (bien)”, comenta antes de soltar una carcajada.
Con el apoyo del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) del Fondo para el Medio Ambiente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Mimat surgió en 2003. Pero fue tres años después cuando arrancó el proyecto de recolección y reciclaje de basura, que les ha hecho ganar reconocimientos locales e internacionales. Además de las barreras culturales, tuvieron que vencer el recelo de las autoridades que se sintieron desplazadas de una de sus funciones. Actualmente, Mimat lo integran 1.200 mujeres, distribuidas en los seis municipios y con su sede central en Puerto Lempira, población cabecera de la Mosquitia.
Desde 2006, el proyecto de Mimat, en el que ahora participan también algunos hombres, recolecta un promedio de 70 metros cúbicos mensuales de basura. López se siente orgullosa del resultado del esfuerzo colectivo cuando cuenta como mantienen limpia la laguna de Caratasca, ubicada en el centro del complejo lacustre que rodea la región. La laguna mide 60 kilómetros de largo por 12 de ancho y es parte de los humedales costeros, los más grandes de la Reserva de la Biosfera de Río Plátano, patrimonio de la humanidad.
“Antes, la gente botaba la basura a la laguna y Puerto Lempira se veía todo feo, lleno de basura y la contaminación nos afectaba; de ahí sacamos nuestro principal alimento que es el pescado”, explicó López en una visita a Tegucigalpa, en la sede local del PNUD. “Con la contaminación, nos atacaban enfermedades como la malaria y la diarrea, ahora eso ha disminuido”, dice.
Detalló otro elemento importe: los vecinos han dejado de quemar la basura en sus casas y no se ve ya el humo contaminante que salía de ellas. “Las mujeres de Mimat logramos construir un crematorio a donde va la basura y nosotras la procesamos, ¡Es maravilloso!”, exclamó con un entusiasmo contagioso. Además del primer crematorio de desechos, también adquirieron un primer vehículo recolector de basura, que da empleo a tiempo parcial a los equipos rotatorios que se ocupan de su manejo. “Con el empleo ellas se sienten útiles, saben que pueden hacer algo por sus hijos y el ambiente, sino lo cuidamos nosotros los misquitos, nadie lo hará”, asegura López.
Hugo Galeano, coordinador del PPD en Honduras, comenta a IPS que “las mujeres de Mimat son ejemplo y orgullo para el país, tienen una fuerza de voluntad y empeño envidiable. No importa la hora o el día, ellas siempre quieren aprender, y verlas manejar una computadora y el Internet, produce escalofríos y emoción entre quienes vemos su desarrollo”.
Gracias a ese apoyo, López pudo participar entre el 24 y el 28 de mayo, en la ciudad uruguaya de Punta del Este, en la cuarta asamblea mundial del Fondo para el Medio Ambiente (GEF, por sus siglas en inglés), la principal fuente de financiamiento del PPD. “Nunca pensé conocer ese lugar tan bonito, lo que más gustó son las ideas que aprendí para compartir con mis compañeras. Mire, este manual que nos dieron, me va a servir, imagino que en la Mosquitia podemos hacer, ¡uff!, mil cosas, y las voy a ejecutar”, dijo López mientras mostraba fotos y documentos que piensa replicar en su asociación.
La Mosquitia es la zona más recóndita de Honduras. Se llega sólo por aire o mar y su población es de unos 50.000 habitantes, de los que 16.000 no poseen una tarjeta de identidad porque no están registrados oficialmente. Sus habitantes, por desconocimiento, poseen nombres de personajes tan diversos como George Bush u Osama Bin Laden, o de vehículos como Mack y John Deere, entre otros.
La pesca, la agricultura y el buceo artesanal son las principales fuentes de ingreso. Son muchos los que quedan lisiados al sumergirse mar adentro sin el equipo adecuado. La Mosquitia también ha pasado a ser una región atractiva para las mafias del tráfico de drogas, por su ubicación montañosa, sus playas desoladas y su frontera con el Caribe. Dentro de la pobreza que viven sus habitantes, el reciclaje de basura es una oportunidad para las mujeres de Mimat. Ellas han distribuido su responsabilidad laboral y también los salarios asignados a cada función, que oscilan entre 70 y 200 dólares, y para los que reciben respaldo de la cooperación internacional.
De una belleza exuberante, con leyendas míticas, la Mosquitia busca de la mano de Mimat “hacer historias de éxito”, según Cendela López, quien presiona su rostro mientras lo cuenta, para “que no se me vayan las ideas”.
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1 comentario:
Maravillosa acción a seguir...si un grupo de personas con escasos recursos pueden lograr la protección y mejoramiento de zonas con problemas ambientales por qué los entes gubernamentales que tienen recursos no lo logran...creo que lo que falla es la falta de organización e interés....sigamos ejemplos como estos
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